La capital de Noruega es una vibrante y moderna urbe que en los últimos años ha creado algunos de los edificios más vanguardistas del mundo. El edificio de la ópera, la biblioteca Bjørvika, el museo de arte contemporáneo Astrup Fearnle o el nuevo museo Munch, sitúan a Oslo como referente internacional en la nueva arquitectura. Pero la ciudad no solo mira al futuro, cuenta con un interesante patrimonio histórico y un conjunto museístico de primer nivel. El museo de barcos vikingos, el museo de Kon-Tiki o el museo folklórico noruego, permiten a los visitantes viajar al pasado y conocer algunos de los episodios más destacados de la historia noruega.
El pasado de Oslo se remonta hacia el siglo XI, cuando fue fundada en el 1048 por el rey Harald III. En el 1314 se convierte en capital de Noruega tras ser trasladada la capitalidad de Bergen a Oslo. A lo largo de los siglos la ciudad sufrió numerosos incendios, asedios y pandemias que mermaron su importancia en detrimento de Bergen. A partir del siglo XVIII, comienza una época de bonanza debido al crecimiento de la actividad comercial. En 1836, Oslo logra superar a Bergen como ciudad más grande de Noruega. A lo largo del siglo XIX se construirán algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad como el Palacio Real, el Storting, el Teatro Nacional y la Universidad. En 1924, la ciudad cambia el nombre de Cristianía en Oslo. Durante la Segunda Guerra Mundial la ciudad fue ocupada por los invasores alemanes hasta su expulsión en 1945. Tras la contienda, Oslo inició un período de expansión y crecimiento demográfico que perdura hasta nuestros días.